martes, 7 de octubre de 2008

RuBi Kundo

"...Las cosas no estaban bien. Que cojones!. Estaba harto. Harto de sus bobadas, harto de sus mil caras, harto de embustes y cuchicheos a la espalda. Pobre desgraciado!. Muerto estaria mejor. Ni eso. Era tan obtuso que ni con la muerte se daría por enterado. Cabezón como él sólo, seguiría intentando ir a la cabeza de un grupo que estaba desmembrado y disperso a los cuatro vientos, por los cuatro costados, más allá del horizonte donde los puntos cardinales nacían siendo ordinales, como todos nosotros al ser paridos, comunes y rodeados de chacales.

Volver a empezar. Bien. Eso es lo divertido. Aunque hace demasiado que no encuentro la GRACIA. Así, en general, y a mí en particular; Así como suena de cómico y divino. La GRACIA. Sea lo que sea, pasó de largos y me dejó unos restos cenicientos. Disponía de un número de teléfono y un puñado de esperanzas que ni yo me tragaba. Pero en esos momentos lo mejor es no pensar. Al fin y al cabo, llegué hasta aquí por pensar demasiado. En tí, en él, en los otros y en aquellos. Pero nunca en mí. Por eso volvía a la carretera. Por eso no sentí nada al hecharme la mochila a la espalda. Ni siquiera el peso de mis bultos. Ni siquiera el peso de mis penas. Ni siquiera el peso de dejarte atrás. Ni las lágrimas en su tumba después de bailar una alegre polka por todos los perros mojados bajo la lluvia. El Dharma te clama. El dharme te aclama. El dharma te..."

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