jueves, 14 de agosto de 2008

Ray- 1º persona


Todavía recuerdo la primera vez que la ví. Joder que si lo recuerdo. Tosía, tísica ella, enjuta y consumida, azul, blues...La consunción de su cara no era nada en comparación con toda la mierda que la consumía por dentro. Unos treinta años, así, a ojo. Más tarde sabría que tenía veinticinco. Se la habían hincado pero bien. La habían consumido, exprimido, desecado...Y hablo así, en plural, para dejar bien claro que no sé bien a quién me refiero al culparles de su desgracia...eran todos y ninguno...eran las circunstancias, las vueltas que da la vida, sin parar a que nos demos un respiro, la perra suerte que la había acompañado siempre oliendo a chucho mojado. Era todas las desgracias de este mundo embutidas en unos ojos vacuos, esteriles y febriles, llenos de preguntas y esputos a la cara (por que a mí?) de todos esos con sonrisas profiden en sus máscaras de fieltro; perfilados por su rimel corrido de tantas dudas sin respuesta. Tiritaba y su mirada vacía se perdía entre la niebla y lo que ocultaba más allá, donde no llegaba la vista ni la imaginación.
Llegados a este punto habría que hacer una mención acerca de ciertos aspectos de mi caracter en ciertas situaciones y bajo (no siempre, quien sabe..) ciertas circunstancias. EMPATIA, quizás sea la palabra que mejor lo defina. Una pena constante que me atenazaba el corazón de noche a noche y por el día...siempre la misma. Cambiaba un poco su intensidad según el humor con el que me levantase, pero la cuestión es que siempre estaba ahí, agazapada en las sombras, esperando su oportunidad para saltar y cubrirlo todo de un azuloscuro casinegro. Esa pena que cuando no tenía un punto concreto en el que atacar, se esparcía por todas partes por igual( no muy grande, no muy dolorosa, pero que, de todas formas, lo cubría todo y a todos..) Daba miedo pensar de lo que no sería capaz si se concentrase en un unico objetivo...Lo pasé un par de veces, y nunca volví ser el mismo, y el luto nunca se iba, sino que se acumulaba, haciendo cada vez más grande la costra de esaheridaquenuncasecura. Pero, a veces, por quesí y quiensabeporqué, había estampas que me hacían sangar el corazón. Un viejo en silla de ruedas subiendo una cuesta más empinada de lo que sus brazos, a simple vista, parecían capaces capaces de subir. Una prostituta de quince años con la falda muy corta y la sonrisa más falsa que su pobre cara era capaz de dibujar. Un chico sólo bebiendo en la barra de un bar( a pesar de que muchas veces, yo era ese mismo chico, y si estaba sólo era por que yo quería, lo que me borraba de un plumazo todas mis cavilaciones y dejaba claro que las primeras impresiones no eran más que eso. Primeras impresiones) con cara de no estar esperando a nadie, por que no había nadie. Una foto que vi hace poco de un indigente sexagenario (por alguna razón los ancianos simepre me han probocado las sensaciones más encontradas...piedad absoluta y asco absoluto...) que vivía vendiendo mecheros en la quinta avenida rodeando de peces gordos su cara flaca...esos pómulos se clavaban en mi conciencia..me aprisionaban las costillas y me costaba respirar...y sentía ganas de llorar, y de estrecharlo entre mis brazos y de decirle "no te preocupes, todo saldrá bien..."...y cosas por el estilo. Pero siempre necesitaba de un objetivo en particular. Mi sensiblería empática se venía abajo al hablar de generalidades. Necesitaba casos concretos para que todos los "remordimientos" (por llamarlos de alguna manera) salieran a flor de piel. Empirismo puro y duro como la vida real, amigos. No somos conscientes de los problemas hasta que nos golpean en las narices, dos veces. Y digo dos, por que la primera siempre pensamos que ha sido casualidad, o simplemente,


"qué ha sido eso?".


Craso error y falta de imaginación. Y en algunos casos me bastaba mirar hacia otro lado para pensar en otra cosa, como esa preciosa morena con los pantalones rotos, por que, Quién era yo para interceder por la bondad, para intentar dar una ayuda que, obviamente, no era capaz de dar?...Y en otras ocasiones la piedad me podía y daba un paso al frente, orgulloso de mi arrojo y decisión, pero tímido y duditativo al mismo tiempo(no será todo esto una terrible gilipollez?), para decir...Aquí estoy yo, y no se preocupe, que aunque la vida sea una mierda, yo le ayudo a cruzar la acera abuelita...(aunque lo que quizás necesitase de verdad fuese una conversación regada de té y pastas...pero hasta ahí no habríamos llegado, no señor, por que igual a la abuela le causaba asco mi desastrada imagen y pensase que era yo quién realmente necesitase una ayuda. Y rápido, por favor, que este joven está ya perdido...)

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