miércoles, 6 de agosto de 2008

tRibUlaciONes

"El debER convierte al placer en la más triste de las ObLigAcioneS."

8 comentarios:

Anónimo dijo...

(mistodaY)
La que se queda unos minutos en la cama mirando atontada, no por la ventana, sino a la ventana a través de las cortinas,
la que camina por el pasillo en calcetines hasta llegar a la cocina para coger un vaso y no una taza de desayuno y hace malabares a las 8 de la mañana para que no se caiga de sus manos ese vaso, el mismo que coge todas las mañanas, el mismo que llena de leche entera porque no soporta la leche desnatada.
La que en vez de una cuchara coge un tenedor, si, ¡un tenedor! para echar el colacao en aquel vaso, ese que se resbaló en sus manos por la mañana y al final no se rompió, ese vaso que mete en el frigorífico por equivocación llevando hasta el microondas el tetrabrik de la leche.

Si, esa es ella.

La que intentó echar con el tenedor el colacao en la leche entera manchando la mesa de polvitos, la que no remueve bien y así come los grumitos,
la que mete la cabeza debajo de la ducha cerrando los ojos y espera unos segundos mientras piensa, piensa en algo tan difícil como es nada,
la que siempre espera no encontrarte para no tener que sonrojarse al verte pasar a su lado y mira intensamente alrededor a ver si te encuentra...

... En estos días grises y lluviosos quizá no apetezca otra cosa que mirar por la ventana del autobús, LEER UN LIBR0 mientras escuchas música o como en mi caso mantener una escritura en mi libreta más que aceptable con el temblor de los baches.

Sonreí al mirar al suelo... ¿Llevará hoy los calcetines a RayAs?
Tiene unas manos preciosas, alargadas y delgadas. Y pese a pensar que se mordería las uñas, no es así. O eso creo.
Me intrigan los chicos que van leyEndo en el bus, matan el tiempo con algo interesante antes de que el tiempo los mate a ellos. Supongo que eso es lo que hacemos todos en las horas muertas, esas horas en suspenso que hay al cabo de un día de 24 horas, como otro cualquiera. A fin de cuentas, yo le hago cosquillas al papel con la punta del boli. Disfruto tanto con cada letrita que se junta con la siguiente y la siguiente con la siguiente y así sucesivamente, es tan divertido y a la vez tan curioso... De vez en cuando levanto la vista, todos están sOlos, ausentes, absorvidos por su mundo interior y absortos mirando por el cristal cómo pasa el paisaje, árboles y nubes continuos o simplemente dejando la mirada en un punto fijo mientras piensas lo primero que se te viene a la mente.
¿Qué estará leyendo?...

Anónimo dijo...

Se quedó pensativa un momento con los dedos jugueteando en el pelo... Seguía sorprendiéndose de cómo dos personas cuentan su día desde que se levantan, cogen el mismo bus y uno de ellos, en este caso ella, lo incrustra en sus notas diarias. Ahora que lo había leído, ya sabía la otra parte de la historia, la que ella no veía y era contada en primera persona por su propio personaje.

Siguió leyendo.

Anónimo dijo...

Era interesante y entretenido, tenía una sonrisa en la cara. Comenzó a quitarse las horquillas del pelo y se quitó la goma que lo sujetaba mientras seguía leyendo, se estiró en la silla y tras una breve pausa para quitarse la ropa y ponerse el camisón continuó.

Le estaba gustando bastante lo que leía, le parecía gracioso, le gustaba cómo escribía. Volvió a recogerse el pelo con la goma que había dejado al lado del ordenador y continuó imaginándose la escena que estaba leyendo. Era como si estuviera allí. Se lo imaginaba todo tal cual. La verdad que no le extrañaba, había muchos detalles en el relato.Siguió un poco más.

Anónimo dijo...

... Cerillas... pensó... Siempre le parecieron muy bohemias, muy del siglo XIX o principios del XX. Le gustaba y ya lo había visto más veces encendiendo una. Encogía un poco los hombros sujetando el cigarro con los labios y ladeaba un poco la cabeza mientras la llama iluminaba toda su cara.
Entonces buscó más adelante en su libreta. Encontró lo que buscaba. Lo escribió otro día cuando lo volvió a ver, esta vez era ella la que bajaba del autobús y él era el que subía. Le gustó tanto la situación antagónica que de ahí salió una de sus frases más queridas...

... Estaba buscando a alguien que supiera subir bajando, que volara sin alas y soñara a todas horas menos cuando estuviera dormido. Que caminara con los ojos cerrados y escuchara todos los míseros sonidos. Estaba buscando a alguien que no tuviera que pensar para leer lo ya escrito, que fuera mudo y gritara con su pensamiento lo primero que le dicta la nariz pero corregido por el corazón. Estaba buscando a alguien que estornudara infinitas palabras firmadas con canela y selladas con azúcar fundido, que las regalara a quien no le importara tener caries, ni a él tampoco le importara pues tendría la receta mágica para fabricar todas aquellas cosas que busco y no encuentro, no porque no existan, sino porque para llegar a ellas hay que subir bajando...

La nostalgia al recordar ese momento se apoderó de ella.

Debería de leer sólo y no pensar en nada.

Anónimo dijo...

Estaba cansada, había sido un día raro. Encendió de nuevo el ventilador. La verdad que era curioso, porque el ventilador lo ponía detrás del portátil para que no se recalentara mucho, o sea, que no lo ponía para ella, aunque el airecillo de vez en cuando le movía el pelo de la frente haciéndole cosquillas.

Decidió levantarse un poco de la silla.Llevaba casi todo el día delante del ordenador, leyendo y escribiendo, soltándose el pelo mientras se estiraba en la silla y volviendo a recogérselo mientras sus ojos atravesaban la pantalla.

Fue al baño.

Se sentó en la taza, apoyó el codo en la pierna y con la mano se sujetaba la cabeza. Mirando no se sabe muy bien qué y bostezando.
Se levantó y tiró de la cadena.
Buscó el desmaquillante de ojos. No le gustaba mucho lo de pintarse, le parecía absurdo. Tan sólo los ojos recibían un poco de rimmel por las mañanas.
Se miró en el espejo y se acordó de Big Fish. Siempre se acordaba de esa película cuando se miraba al espejo. Se rocordaba a la chica destartalada que vivía también en una bonita casa también destartalada. En un futuro se veía así, aunque no de rubia. Como Helena Bonham Carter, desgreñada y solitaria con un piano también destartalado en la escena que dice "Para tu padre había dos mujeres en el mundo. Una de ellas era tu madre. La otra eran el resto."
Suspiró.
Apagó la luz del baño y se dirigió a la habitación bostezando. Quizás era el momento de irse a la cama.

Anónimo dijo...

Cuando sonaron los primeros acordes de la guitarra abrió un poco un ojo, alargó el brazo y apagó la alarma del móvil. Se dió media vuelta y al poco rato volvió a sonar. Miró la hora y la apagó otra vez. Siempre la apagaba al menos una vez. No podían ser ya las ocho. Pero sí, de hecho eran más porque había apagado varias veces la alarma.
Al final tuvo que abrir los dos ojos, primero uno y luego el otro y se quedó un rato sentada en la cama.
Recordó lo que había soñado y que a mitad de la noche se tuvo que quitar el camisón por el calor que tenía. Cosa rara, porque todas las noches hacía fresco. Dejaba las ventanas abiertas y había corriente, además le gustaba que los macarrones de la lámpara de la entrada sonaran e hicieran ese sonidito tan relajante.
Se levantó a trompicones y se volvió a poner el camisón.
Primera parada, el baño. Entraba una luz cegadora por la ventana. No se pudo ni ver en el espejo porque aún iba medio dormida por la casa.
Luego los pies uno detrás del otro, más o menos, la condujeron hasta la segunda parada. La cocina. Allí siempre comenzaba su circo.
Primero la taza del armario de los vasos que está encima del fregadero. Bien. Esta vez no se había caído nada.
Después el armario donde estaba el café, el té y el colacao. Esto ya requiere más concentración porque están todos los tarros y botes haciendo equilibrios y ligando los roiboos con el mate. Siempre tenía la sensación de que iba a salir de ahí cualquier bicho en plan alien y que le iba a devorar la mano.
Al final fue capaz de coger su té.
Abrió el tarro, lo olió y tercera parte de la función. ¿Dónde está el cacharrito del té?
Volvió al armario de los vasos y comenzó a buscar. Al final lo encontró. Su madre parecía que todas las mañanas le proponía una ginkana para encontrar el maldito trasto. Menos mal que tenía tres iguales y así era más fácil encontrar alguno.
Leche... Semidesnatada ya. Hacía unos meses se propuso cambiar su adicción por la leche entera. Esta a fin de cuentas no estaba tan mal.
Y ahora... El maravilloso mundo del microondas. Metes la taza con la leche y sale la taza ardiendo y la leche fría. Eso cuando no chocas la taza con la puerta del microondas y se derrama toda la leche.

Al final lo consiguió hacer todo. Metió el cacharrito en la leche y añadió un poco de azúcar así a ojo de buen cubero, sin cuchara ni nada y removió con el cacharrito. Estaba ardiendo, así que decidió ir a la tercera parada. De nuevo, el baño.

Cerró la puerta, abrió un poco la ventana para que saliera el vaho que se produciría al encender la ducha y comenzó a quitarse el camisón y la ropa interior.
Aún estaba dormida, se hizo un lío con las piernas al dejar caer la ropa al suelo e intentar salir del círculo que dibujaba ésta.
Al meter el primer pie de la ducha se despertó de golpe. Un resbalón hizo que se tuviera que agarrar rápidamente a las cortinas... Uff... Para haberse matado si las cortinas no hubieran aguantado su peso.
Cerró por fin las cortinas y cerró ya de paso los ojos. Era el mejor momento del día. Le encantaba ser abrazada por el agua y dejar que ésta recorriera todo el cuerpo. Abrió los ojos y metió por fin la cabeza debajo del agua mientras miraba como iba empapándose todo el pelo y le caían chorretones de agua por la cara. Sin duda, era una sensación espectacular. Se quedó un ratín con los ojos cerrados otra vez allí debajo sin moverse antes de empezar a enjabonarse.
Al salir, como de costumbre se tapó con una toalla grande y se sentó unos segundos en el borde de la bañera. Se colocó otra toalla en el pelo y comenzó a ponerse la ropa interior. Muchas veces no se secaba del todo y se vestía cuando aún había gotitas por sus piernas o por los hombros.

Menuda maraña de pelos pensó al quitarse la toalla de la cabeza. Empezó a desenredar y a secarse el pelo a continuación.
Era la típica escena de la típica mañana de la típica chica en el típico cuarto de baño.

Salió a toda prisa del baño dirección "buscar el té que estaba en la mesa de la cocina enfriándose" y lo llevó a la habitación para tomarlo mientras se vestía.
Menudo horror de habitación. La cama deshecha para no variar, y se iría de casa dejándola así, llegaba tarde. El armario con un montón de ropa limpia dentro amontonada una encima de la otra y colgada de la cama un montón de ropa de hace varios días que tampoco estaba sucia pero que nunca ordenaba.
"¿Qué me pongo?" Pregunta típica también de todas las típicas mañanas. No por el hecho del típico "qué me pongo" de una chica, sino por el hecho de que donde iba hacía un frío cubitero y en la calle un calor de desierto. Así que tiene que ser algo intermedio o ir ligera con un montón de capas a modo cebolla.
En cuando cogió la primera camiseta que encontró se cayeron el resto que estaban a su lado al suelo y al intentar colocarlas se cayeron otras tantas diferentes. Muy patosa la muchacha.
En fin, llegaba ya tarde, el té encima de la mesa casi lleno y el ascensor esperando con su madre dentro.

Anónimo dijo...

- Al final le escribí un comentario al chico de los calcetines a rayas, al final de lo que ha publicado y he firmado como al fondo a la derecha según entras.
- Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo, un cutis de durazno o de papel de lija.... Tia, pero ¿has firmado con tu nombre?
- Que no. ¿Ya has visto el Lado Oscuro del Corazón? He firmado poniendo: "al fondo a la derecha según entras". ¿Te gusta Benedetti?
- Ya conocía esa poesía, no sabia que era de la peli.
- Sí. Es de esa peli. Me gustó bastante. Es argentina.
- De hecho la tengo en mi blog puesta. Desde hace años. La peli no me gusta. Es demasiado... pesada y lenta.
- No sé. A mi me gusta jeje.
- No me gusta él, el protagonista. Nada. Es como uffff.
- Que no sé si he hecho bien o mal. Él es como "el otro". Igualito.
- Tia no. No es igualito. Este es un pringado.
- Y el "otro".
- No tía, el "otro" es un soy SupeR Guay.
- Sí, pero en el fondo es un pringado, te lo digo yo.
- Ya, pero el fondo... no cuenta.
- Bueno, que eso, que al final le firmé. No sé si he hecho bien. Ya la he cagado fijo. Si es que me va a pasar como con "el otro", ya verás.
- Pero, ¿qué has puesto?
- Pues nada, una tontería...
...
- Tía, es muy light. ¿Por qué te parece que te va a pasar igual que con "el otro"?
- ¿Cómo que es muy light? Es muy yo, qué quieres que le ponga. No le voy a poner eres mi inspiración desde los quince años. No, no. NO. No jodas. No. Si se lo digo, se acaba la historia. Y esta historia me gusta y no quiero que acabe.
- Dile.. Eres mi muso... Me pareces achuchable.
- Ja ja ja. Tía, no jodas. No. Eso si que es simple. Le digo eso y se acaba la magia.
- Te encantaaaaaaa.........
- No es que me encante... No... Es... No sé... Sí.. Bueno, no sé.. Pero no quiero arriesgar otra vez. Arriesgué con "el otro" porque sabía que iba a perder. Quería deshinibirme y se lo solté todo. Y a este, no lo quiero perder tía. Paso del todo. Prefiero que haya algo sobre el papel y dejar volar la imaginación dentro de la realidad.
- Pues quédate pensando hasta que te lo levante otra.
- Tía, tampoco es eso, él no es de nadie, si acaso de su madre y de su padre y estará con quien le dé la gana. Además es que es... Es un bohemio del siglo XXI. Está en su mundo y con sus cosas. No hay espacio para más tampoco. Tía, no pongas en el msn esta foto, que la he visto muchas veces y el tío ese tiene una cara de chuleta de Aliste...
- Ja ja ja. Tía que cruel. Está buenísimo.
- Qué cruel eres tu con el chico de los calcetines a rayas, ¡no te digo! Bueno, me da igual cómo sea, sigue siendo achuchable... Y tierno... Y lo que escribe no le pega nada de nada... Bueno, en realidad no me lo imaginaba escribiendo. Pero me encanta leerlo.
- Qué raro es. Es opuesto a todos los chicos que a mi me gustan. No sé cómo te fijas en él.
- Hombre... Pues principalmente porque aunque estuviera escondido entre un montón de gente nunca me fijaría en el resto y siempre me fijaría en él. Es el diferente, el que se esconde, el que siempre va mirando al suelo, el que se tropieza, el que camina dando tumbos... No sé... Me encantan los chicos así.
- Ay el achuchable...
- Tía, no lo llames así, joder... Ja ja ja. Bueno, me tengo que pirar, que he quedado. A las diez nos vemos ¿vale?
- Venga, ciao.

Anónimo dijo...

Imposible seguir durmiendo más. Aún era pronto para un domingo cualquiera, pero ya no podía seguir durmiendo.

Imposible dar vueltas en la cama y no marearse.
Imposible abrir los ojos a la vez. O el uno o el otro, los dos... Imposible.
Imposible cerrarlos y soñar e imposible también pensar.

La neurona corría vestida de coche sin gasolina por un camino de cabras en dirección circular. Así que... Imposible perderse e imposible encontrarse.