lunes, 7 de abril de 2008

Over and Over, Over The Hangover

SHIT

Oh, mierda,mierda mierdamierda...oh dios,diosdios...MIERDA Jack! creo que está muerto...tío, no respira...K kojones hemos hecho?...Mierda! que coño vamos a hacer ahora?...
Jack estaba muy quieto. No decía nada. Tampoco habia gran cosa que añadir. Estaba muerto, eso era obvio. Sacó un cigarrillo de su pitillera, lo lanzó con habilidad desde la punta de sus dedos índice y pulgar hasta sus labios, lo encendio y miró a Carl. Los dos rondaban la veintena, sólo que en este momento Carl aparentaba ser apenas un crio histérico y sudoroso, mientras que Jack parecía un frio hijo de puta de 30 años mal llevados.
Bien. Se acabó. Vámonos.

(Tribuna Universitaria, 7/abril/08)
Over the Hangover

Todo negro. Y algún destello amarillo de esos que te parten por la mitad aunque intentes no prestarle atención. Es así. Y cervatillos corriendo por el bosque y Hombres Martillo corriendo detrás de niños con la estrella de David tatuada en la espalda y los papeles de la facultad y Pepito grillo diciéndote que algo anda mal y todo lo que se te pueda pasar por tu jodida cabeza en ese momento. Cuando decides quedarte tirado, esperando a que el mundo vaya un poco más rápido y que se olvide de tí. Y todas esas noches que dejastes escapar por la pereza de alcanzarla. Y los ruidos de la cocina que te indican que a tu pesar, el mundo te va a reclamar otra vez. Y ella. Joder. Siempre ella. Aunque pasen mil años su imagen seguirá siendo lo primero que te venga a la cabeza. Y, desde luego, este no es el momento. A decir verdad nunca es el momento. El momento de enfrentarte cara a cara a tus miedos y darles una gran patada en el culo. Ese momento siempre puedes dejarlo para más adelante. Como todo el mundo. Como hacen todos. Un escalofrío. Y la firme promesa de no volver a hacerlo más, y el juramento a las grietas de tu techo de que tu nariz, de ahora en adelante solo la utilizaras para respirar el aire que ahora mismo quema como el azufre. Y todos los personajes de los dibujos animados que veías de pequeño por la tele diciendo adiós con la manita, y tu pensando"que os jodan. Ya era hora malditos bastardos". Y todos tus amigos que ya no lo son tanto. Y todas esas chicas que, en fin, nunca han sido tuyas. Y el odio a ti mismo. Y el odio a los demás. Y la lágrima de empatía que se escapa y se mezcla con el suspiro de realismo añadido a una noche demasiado larga. Por los desayunos que no tomarás y los cafés con bilis a las 12 de la mañana. Por todas estas razones y todas las que se te puedan ocurrir, odio los dias de resaca.

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